NUESTRA HISTORIA FUE UNA SECCIÓN EN LA QUE RECOGIMOS LAS HISTORIAS PERSONALES Y POLÍTICAS DE MUCHAS MUJERES FEMINISTAS Y NO FEMINISTAS...

sábado, 28 de noviembre de 2015

CONTRA EL E$TADO PATRIARCAL: AUTONOMÍA FEMINISTA Y NADA MÁS! (HACIENDO MEMORIA 2008)

Botticelli
Autodefensa de mujeres: única “salvación” (siglo 12)…
x victoria aldunate/ENcontrArte Venezuela 2008
Ni leyes VIF, ni ministerios, ni campañas de “sensibilización”, ni votaciones de senados recalcitrantes y machos… En el medioevo, con Inquisición funcionando y hogueras por montones, las mujeres se autoorganizaban, algunas “vendiendo” modelos cristianos y otras con un descaro sólo digno de feministas y lesbianas…

La antigüedad había irrumpido con su propiedad privada, luego de exterminar a las sociedades matrilineales a punta de guerras y sangre. La biblia, los filósofos, la democracia griega, entre otros, ya se habían encargado de negarnos, no tres veces, si no cientos de veces y de borrar todo el conocimiento neolítico de las sociedades de la diosa. La derrota materna que denunciaba Engels en sus escritos, ya había sucedido, y la artificiosa creación de “La Familia” para encerrar a las mujeres, ya se desarrollaba, cuando las calles del medioevo se repletaban de mujeres…

“DEVOCIÓN”: RESISTENCIA A LA IGLESIA PAPAL
Mujeres golpeadas que escapaban de sus casas, mujeres rechazadas por haber sido mancilladas en una violación, jóvenes que antes de ser obligadas a casarse con un viejo escapaban y se dedicaban a vagar… Eran fugitivas. Cientos de parias que cuando lograron verse unas con otras, decidieron juntarse para sobrevivir.
Así surge un movimiento femenino –o feminista- cuyo sentido se entiende a duras penas en esta lógica lineal en que hoy leemos la realidad, pensando que el pasado fue menos osado que el presente.
No, en occidente, decenas de comunidades de mujeres se juntaron para la autodefensa. Especialmente se documentan estas comunidades en Europa. Y parece ser que eran necesarias justo allá donde la opresión era muchísimo mayor que en nuestros pueblos indígenas que antes de ser, desgraciadamente, “descubiertos”, seguían viviendo en comunidad con sus dioses y diosas, reconociendo, en muchas de sus civilizaciones, el poder de las mujeres, la homosexualidad y la divinidad de la tierra como una madre que no se vende ni se compra…
 
Mujeres trabajando, Edad Media  Pintor Domenico di Tommaso
En Europa en cambio, las mujeres no tenían la suerte de ser indias y con toda su blancura, habían ido siendo brutalmente sometidas, poco a poco. Pero desde el siglo 12 comenzaron a rebelarse abiertamente o no, muchas de ellas. A menudo recurrieron al recurso de agruparse bajo el signo de una supuesta “devoción”. Rezaban y adoraban a Dios, lo que ya era dudoso pues esos siglos estuvieron llenos de sociedades herejes, que se agrupaban en la devoción a un dios con el que tenían algo así como “acción directa”.
Los cátaros, los bogomili, los ascéticos –como San Francisco, defensor de los pobres y animalista- aborrecían las Iglesias, declaraban el Antiguo Testamento un instrumento demoniaco y denunciaban a los curas por fornicadores, enriquecidos y cínicos. Estos grupos por lo general, hombres y mujeres, donde las mujeres también predicaban, viajaban por las ciudades, yendo como una especie de hipis apóstoles, diciendo sus verdades al pueblo. Las mujeres pobres y fugitivas en cambio, eligieron las comunidades asentadas en un territorio específico y a veces debieron atrincherarse para no ser desalojadas.
 
conversacion, Camille Pissarro, 1830-1903

PRODUCTORAS, MÉDICAS, LAICAS
No sólo había fugitivas en las calles medievales, también muchísimas mujeres pobres que no tenían un lugar en el mundo. Por esto se agrupaban para sobrevivir juntas.
A muchas, se les llamó beguinas. Desde el siglo 13 en adelante, se multiplicaron las comunidades femeninas semirreligiosas. No eran monjas ni estaban presas, salían cuando querían y podían tener amores con hombres por fuera de las comunidades. Inclusive podían dejar la comunidad para juntarse con algún hombre si así lo decidían en algún momento. El ingreso en estas comunidades no exigía el rechazo a la pareja heterosexual. Tampoco estaban sujetas a las disposiciones de la curia y para sobrevivir, realizaban diversos trabajos manuales y médicos. Mantenían en sus dependencias talleres artesanales, de textiles, de maderas y otros diversos materiales con los que fabricaban bienes de consumo igual que lo hacían los maestros varones que mantenían aprendices en sus casas medievales.

Cuando los maestros artesanos comenzaron a organizarse en gremios de artesanos, es decir a institucionalizar su trabajo para que la sociedad lo pagara como ellos consideraban justo, otra de las medidas que tomaron fue dejar en claro que las mujeres no entraban en su negocio. No querían competencia femenina. Se sabe de duros enfrentamientos en Flandes de gremios masculinos con comunidades de mujeres productoras. La guerra fría contra las comunidades de mujeres de parte de alianzas y complicidades masculinas, ya en el siglo 15, llegan a apartarlas totalmente de la posibilidad de sobrevivir de sus producciones. Se les prohíbe vender lo que hacen, apenas se les deja el trabajo del cuidado de enfermos, pero en un rol secundario –igual que hoy las enfermeras-. Los médicos son ellos, porque cuando la medicina se institucionaliza también, las mujeres ya están siendo quemadas por brujas por practicar sanaciones en base a sus conocimientos ancestrales de yerbas y procedimientos para salvar vidas.

Así, cuando a las mujeres comienza a negárseles el trabajo, a quemárselas por brujas, locas o por antojo de los curas, comienzan, coherentemente, a desaparecer las comunidades porque ya no tienen ni qué comer o directamente porque son allanadas por herejes…

Lo mismo sucede con los cátaros, ascéticos, bogomilis y otros. Son torturados y asesinados sus cabecillas por herejías… La limpieza sexista e ideológica se hace bien. El renacimiento, el colonialismo, las monarquías, las criminales cruzadas, ya no tienen que lidiar con estas enemigas que son las mujeres de comunidades ni con los denunciantes de sus degeneramientos, y pueden trasladarse tranquilamente -mientras dejan la “casa familiar ordenada”-, con su cruz y su fálica espada desde Europa a las, según estos ignorantes, Indias, a matarnos a nosotras y nosotros…
 
Jugadoras de Cartas, Han Van Meegeren Siglo XX

JUETTE, UNA SANTA BRUJA…
En la ciudadela rebelde de Juette, en Huy (Bélgica) entre los años 1150 y 1180 se oyó hablar de Juette. Su historia, que ella contó en su lecho de muerte a un cura que la reprodujo, dice que fue una niña que a los 13 años fue casada por conveniencia con un viejo rico algo decrépito para ese periodo de la historia, de 50 años. El padre de Juette era recaudador de impuestos y como a todas las niñas, su padre la vendió a otro varón. Ambos ganaban, el padre se quitaba un peso de encima quedando emparentado con un hombre rico, y el marido se llevaba una doncella para desvirgar alegremente.
Juette, la niña, tuvo varios embarazos y partos, varias muertes de hijos también –tal vez abortos- y al final se quedó con dos hijos vivos. Para su felicidad, su marido murió de viejo luego de cinco años de matrimonio. Sin embargo, como era de esperar, su padre le ordenó casarse de nuevo. Una mujer no podía vivir sola. Pero ella, ahora ya de dieciocho años, se negó rotundamente.
Su padre la llevó ante el obispo de la aldea, quien la sometió a un juicio en una corte repleta de curas y otros machos. Cosa extraña, el alegato de defensa lo hizo ella misma diciendo que ya se había dado un esposo: Cristo. Nada menos y nada más.
Hizo un discurso católico de castidad y de rechazo al sexo, “al cuerpo y a sus miserias”, y logró lo que quería. No la casaron.

Se sabe que siguió criando a sus hijos en la casa que le había quedado luego de su viudez. Cuando su padre muere, sus primos y hermanos que consideraban que el viejo padre se había puesto blando con ella, volvieron al ataque. Un hombre acaudalado, allegado a la familia es el elegido para futuro marido, y aunque Juette se da cuenta y lo expulsa de su casa, una noche, sus primos la invitan a cenar y la retienen hasta el momento en que se presenta el “galán”.

En la casa del siglo 13, incluso en las más ricas, no existían lugares cerrados donde alguien, y especialmente las mujeres, pudieran refugiarse. Cuando se apagaba el fuego de las chimeneas y se iba la luz, ellas quedaban expuestas a las atribuciones sexuales de los hombres (esas que tanto odiaba Juette). Ella no se duerme y espera, cuando oye que el hombre se acerca, comienza a gritar, presa de extraños espasmos. Dice que la virgen “esplendida” está frente a ella, que la salvará de la lujuria masculina, que la santa señora la oye y la ve, que en realidad, los está mirando a todos y castigará a cualquiera que la toque. Nadie quiso discutir con la virgen y todos aterrorizados del castigo de ese dios terrible que la respalda, dejaron tranquila de una vez a Juette.

AUTODEFENSA DE MUJERES
Antes de que en alguna cabeza cupiera la idea de una posesión demoníaca, ella anunció (y/o actuó) más y más apariciones de mujeres santas. Nunca de hombres santos. No le gustaban los hombres… Comenzó a hacer obras de caridad, a cuidar enfermos, a ayudar a morir a los agonizantes, cuidaba a los leprosos. Dilapidaba sus rentas en los pobres. Decía que a dios no le gustaba que la gente tuviera demasiado dinero. Y es cierto que muchos ricos intentaban salvarse de la ira divina con limosnas, pero Juette iba mucho más lejos, vendía hasta sus muebles para dar dinero al refugio de leprosos, donde además se quedó viviendo por diez años.
Se comentaba que comía, dormía y se bañaba con los leprosos. Sus hermanos la acusaban de loca y le quitaban lo que podían de sus bienes. Mientras, las santas siguen apareciéndosele, y generalmente le soplan secretos sobre los actos pecaminosos de curas y hombres influyentes del pueblo. Secretos que ella usa tan bien que nadie se atreve a actuar en su contra.

A los 30 años, se va a vivir a una casa vecina al leprosario, en las afueras del pueblo, y nunca más sale de ahí. Lleva a vivir a su lado a otra mujer. Decía que era su “sirvienta”. Sirvienta, amiga o pareja lésbica, aquella compañera de Juette, se encargó de ser sus ojos y oídos en el pueblo. Juette sigue enterándose exactamente de quién se acuesta con quién, qué obispo con cuál otro, qué hombre de renombre es cornudo, qué señoras devotas tienen amantes, que macho se acuesta con hombres, y se entera de todos los placeres prohibidos de los poderosos. El chantaje sigue su curso y nadie se atreve a desafiarlo. Esta mujer no parece tener mucho que perder y no necesita de ellos para vivir.
Es por esa época que comienza a recibir más y más mujeres en su fortaleza. Jóvenes prófugas del matrimonio, adultas arrancando de los golpes, mujeres estigmatizadas por sus comunidades, diversas fugitivas. Juette las recibe a todas. Cuando alguna joven se va con un hombre, ella la amonesta, pero luego la vuelve a recibir y dice a todo el pueblo que fue el hombre quien la envolvió con sus artes sexuales ante las que la joven inocentemente “cayó”…

La comunidad de autodefensa de Juette, sigue actuando durante 30 años en el pueblo de Huy, hasta que ella muere a los 70 años de edad. Cuando se filtra la noticia de la muerte de la líder, llegan varias comitivas que conminan a las mujeres a salir pacíficamente y a volver a sus matrimonios y a sus familias. Ellas, necias, se niegan y demandan seguir encerradas en su fortaleza, pero el obispo, sin ya ningún chantaje que lo obligue a nada, deja la tarea del desalojo a hombres armados.

¿"SANTA" JUETTE? ¡NO JAMÁS!
Al cabo de decenas de años, algunas voces de monjas en el territorio actual de Bélgica, intentaron santificar a Juette "por su pureza", pero, claro, la Iglesia se negó rotundamente –menos mal-. La Santa Iglesia había soportado a Juette mientras vivía, ahora, muerta, pensaba enterrarla definitivamente. Pero no pudo, ella pasó a la historia en esos libros algo marginales que ocupan a historiadores e historiadoras testarudos, a investigadores incesantes y a feministas vociferantes.

No, Juette no fue una santa bajo ningún punto de vista y está bien, ninguna mujer la necesita metida en un Iglesia. Ella existió, resistió y se rebeló con muchas otras, apelando a la ancestral costumbre femenina de hacer comunidad. Comunidad para ayudar a cuidar a las guaguas, comunidad para ayudarse mutuamente a abortar embarazos que no traerán ninguna marraqueta bajo el brazo, comunidad para producir, para trabajar y divertirse. En definitiva, comunidad que se autodetermina como grupo y como individuas. No necesitaban Ley VIF ni ocho cuartos, sólo su fuerza, audacia y ganas de salvarse de todas las violencias.  
 
foto: Mariela Rivera años 90

Victoria Aldunate Morales, lesbofeminista autónoma, escritora, terapeuta


Algunas Fuentes: Georges Duby. "Mujeres del Siglo  XII” Ed. Andrés Bello../  Margaret Wade  Labarge "La Mujer en la Edad Media “ Ed. Nerea/  “Historia de las Mujeres”  Tomos  2 y 3  Varios Autores  Ed. Taurus/ Carlos Fisas “Mujeres, amores y sexo en la Historia” Ed. Plaza & Janes
Carpeta Didáctica. Mujeres Medievales. Clara Martínez Tomás, España.    


CHILE, FEMINISTA DE LOS AÑOS 70, MARTA ZABALETA, HACIENDO MEMORIA (2010)

Marta R. Zabaleta* del Frente de Mujeres Revolucionarias del MIR chileno, años 70
“NO ME ARREPIENTO DE NADA”
x victoria aldunate/bloga memoria feminista 2010
La escuché hablar sobre el ”trabajo doméstico invisible” en Villarrica, el verano de 1971. Fue una charla muy sencilla en vocabulario. Recuerdo que las mujeres quedaron encantadas por escuchar a alguien que le ponía palabras a lo que ellas no podían decir… existía un alto grado de analfabetismo, timidez, humildad y violencia intrafamiliar, tanto, que ni siquiera se atrevieron a contarle a sus maridos lo que escucharon en esa reunión… Fue hace casi 40 años.

La hija de una dirigenta regional de Villarrica (sur de Chile), Cecilia Burgos Conejeros, escuchó ese día el mensaje del Frente de Mujeres Revolucionarias -Organización que ni siquiera parece haber registrado el historiador Luis Vitale, también militante del MIR, en su Cronología Comentada del Movimiento de Mujeres en Chile-. Era Marta Zabaleta la que hablaba, argentina, militante del MIR chileno y feminista latinoamericana ya en ese tiempo. Fue en la época de la UP, Unidad Popular, la coalición de partidos de izquierda que hizo posible los 3 años de Allende en el gobierno chileno.

“IDEAS RARAS”
“Imagina mi emoción con la carta de esta persona. Ahora ella vive en el exilio, creo que ya es abuela... Yo tampoco he olvidado cuando fuimos a la población en Villarrica. Con   unas casitas de 4 x 4 metros cuadrados, no más, no tenían ni vidrios y sólo piso de tierra, era gente trabajadora, pero sin recursos, que vivían en condiciones muy precarias. Eso no lo tomaban en cuenta las visitadoras sociales de ese tiempo, que culpabilizaban a las mujeres diciéndoles que sus guaguas se enfermaban de diarreas e infecciones porque ellas no desinfectaban bien las mamaderas… El trato clasista, racista y machista típico, también entre nosotros. Yo un día me quedé hasta el final en una reunión vecinal convocada por esas compañeras de los servicios de asistencia social y de repente, me  paré, me presente y hablé de los derechos de las mujeres, pero alguien dijo: ¡Por qué habla ella si es argentina! ¡Les viene a poner ideas raras a “nuestras” mujeres en la cabeza!… el acostumbrado discurso de la UP, xenófobo además... querían evolución, pero con las mujeres sometidas”.

Fuiste cofundadora en Concepción del Frente de Mujeres Revolucionarias ¿Cómo fue ese feminismo?
Sí, tres de las fundadoras no éramos chilenas, dos argentinas y una francesa que se suicidó no mucho después cuando murió su amante, Luciano Cruz (1), ella era muy buena persona, feminista y socialista también. Me prestó muy importante bibliografía.
De acuerdo a mi concepción de lo que es el feminismo como movimiento, entre el 70 y el 73, sólo se puede hablar de que había algunas mujeres feministas en Chile, y tal vez también, un puñado de hombres pro-feministas. Nuestro grupo, por ejemplo, constaba de 13 mujeres como mucho, en sus inicios. Fue creado en 1971 y empezó con clases vespertinas gratis, dadas por mí en la escuela de Economía y Administración de la Universidad de Concepción.


¿Cómo eran esas clases?
Eran en la Universidad. Iban dirigidas a estudiantes de ambos sexos. Asistía quien quería, pero básicamente lo hacían integrantes del Movimiento Universitario de Izquierda (MUI), que era el frente de masas universitario del MIR. Un artículo que recuerdo de la bibliografía elegida fue sobre la invisibilidad del trabajo doméstico, escrito por la socióloga argentina Isabel Larguía y que publicó “Monthly Review Press”, en Nueva York. Esa revista era excelente, producida por los mejores economistas marxistas de la época, como Paul Barán y Paul Sweezy, salía también en versión castellana, y era distribuida en Chile por Lucho Benado, militante del Partido Socialista.También discutíamos en esas clases, el manifiesto constitutivo del Frente de Mujeres Revolucionarias, FMR que habíamos redactado en reuniones de mujeres hechas en mi casa.

¿Iban dirigidas a sólo estudiantes de Universidad?
Las de la Universidad, sí, pero un equipo de dos hombres, estudiantes de medicina, un abogado, y dos mujeres, Cristina Haydee Araya y yo, dábamos clases y asesorábamos al Sindicato de Empleadas Domésticas de Concepción, Chillán y Temuco, en temas propuestos por ellas mismas. Temas legales, de vivienda, sexuales y laborales. Llegaban muchas a estas clases. Al margen del Frente de Mujeres, en mi base de cuadros del MIR escribíamos con tres colegas varones, charlas de educación política para el frente de masas trabajadoras del MIR, el Frente de Trabajadores Revolucionarios, FTR. Luego las dábamos en los sindicatos, en las minas de Lota y Coronel, en las fábricas estatizadas, en los astilleros de Talcahuano, entre otros. Yo decidí ponerles  diálogo y quedaron bastante amenas. Escribimos unas 25, y cuatro de ellas fueron dedicadas por mí al tema de la mujer, incluyendo los problemas de discriminación en el lugar de trabajo, de pareja y de violencia del marido, generalmente asociada al alcoholismo.

¿Tuvieron repercusión?
Sí, esas clases hasta las reimprimió el PS y llegaron a difundirse en más de 25 mil ejemplares. En suma: cuatro fueron dedicadas a problemas e intereses específicos de las mujeres obreras, pobladoras, esposas de mineros, de obreros, etcétera. Los compañeros les llamaban: “Sobre la cuestión femenina”, siguiendo la vieja tradición marxista. Yo también daba estas clases a las personas afiliadas a las Juntas de Abastecimiento y Precios (JAPs) de la región, pero muy especialmente a las de la JAP de Concepción Centro, que era la que yo pertenecía y donde residía. Fui sumamente activa en el desarrollo comunitario de las JAPs y en su vertebración con los trabajos extracurriculares de los estudiantes de mi Escuela, trabajo que estaba a mi cargo.

“EL COMITÉ REGIONAL NOS HIZO ACOMPAÑAR POR UN VARÓN”…
Marta cuenta que preparaba sus clases a partir de sus lecturas del “Segundo Sexo” de Simone de Beauvoir. Había traído el libro en español desde Argentina “porque en Chile, en esos tiempos era muy difícil conseguir ese tipo de bibliografía. Mi idea era que las estudiantes reflexionaran sobre las posiciones existencialistas -que aún no eran feministas- de Simona. Además yo las contrastaba con los principales aportes a la 'cuestión femenina' del marxismo ortodoxo y con los nuevos aportes críticos del marxismo feminista de los años 60”...

¿Qué decía el MIR de todo eso?
Contábamos con el total apoyo del Comité Regional y del Comité Central, aunque curiosamente cuando viajamos al Sur nos hicieron acompañar con un joven varón que escuchaba todo lo que hablábamos con ojos muy asustados. Se llamaba el Mechón Castro, y era estudiante, creo, de Sociología de la Universidad, y muy metido en la Federación de Estudiantes de Concepción, FEC. Era también gran entusiasta de la Revolución Cubana, un poco a diferencia mía, que siempre tuve grandes reservas con la manera en que se conceptualizaba a las mujeres en el doctrinario cubano, y con el trato secundario que se les daba en el PC de Cuba, básicamente a través de la Federación de Mujeres Cubanas. Pero Mechón instaba a las mujeres del Sur “a esforzarse, porque hasta podrían viajar a Cuba”. Estas intervenciones suyas me daban más pena que enojo. Las mujeres, en todo caso, tenían sus reivindicaciones muy claras: no pedían nada para sí, todo para sus hijas e hijos; en especial, educación.

No hablaban de ir a Cuba, ni de sí mismas…
No. Eso ocurría en nuestros trabajos del FMR desde Concepción al Sur. Un común denominador que he observado en muchos países del mundo entre las mujeres de las clases o estratos menos favorecidos.
Me acompañaron en ese viaje varias compañeras que estudiaban para ser matronas, y dentistas. También trabajé a nombre del Frente de Mujeres Revolucionarias entre las mujeres mapuche del Frente Campesino Revolucionario (MCR). Y en los alrededores de Concepción, entre las pobladoras  que participaban en tomas de terrenos, y fábricas. Yo ya tenía buena experiencia previa en ese trabajo, pues cuando trabajaba como investigadora del Instituto de Educación y Capacitación para la Reforma Agraria (ICIRA), en Santiago, estuve encargada de evaluar el impacto del método de alfabetización y concientización de adultos de Paulo Freire entre el campesinado organizado y el del Instituto de Educación Rural de la Iglesia Católica.


¿Había mujeres en el CC del MIR?
En 1971, una de las integrantes del Comité Central del MIR, que vivía en Santiago, era Gladys Díaz -sobreviviente de la dictadura de Pinochet- (2), nos visitó en mi casa una o dos veces. Ella era dirigenta también del Frente de Trabajadores Revolucionarios del MIR y de su propio sindicato profesional. Se había hecho bien conocida en ese tiempo porque rechazó públicamente un premio de una empresa de productos de belleza, parece que de Helen Rubenstein. Me acuerdo siempre de que ella nos insistió en que debíamos impulsar a las mujeres de los trabajadores que habían ocupado entonces fábricas en Rengo  -donde trabajaban con apoyo del MIR y pedían su expropiación- a salir de sus casas, a acostumbrarse a ser independientes de sus hombres, y que para eso, nos dijo, debíamos ir nosotras a reemplazarlas, a cuidar de sus hijos, a cocinarles a ellos y a sus maridos… cosa que sólo algunas veces y con ciertas dudas, acepté hacer, creo…

¿Sabía de feminismo el gobierno de la UP?
Mira, bien poco o nada. Pero cuando Fidel Castro visitó Chile, en 1971, se alarmó muchísimo porque la UP no podía movilizar a las mujeres y convenció a Allende a convocarlas al Estadio Nacional y ambos les hablaron allí a las asistentes, que fueron miles. “Punto Final”, esa misma semana sacó una separata con el discurso de Fidel a las mujeres de Chile. A raíz de todo eso, Allende decidió hacerse asesorar con mujeres feministas de los diversos partidos de su coalición, la UP. Creo que sólo consiguió a cuatro o cinco, según me contó una médica trotskista pro mirista, que fue invitada, la doctora Neomicia (Micha) Lagos que por entonces era esposa de Luis Vitale – el historiador, miembro fundador del MIR y del Comité Central-. Pero no lo sé exactamente porque yo nunca fui invitada a ninguna reunión de las feministas asesoras de la UP. Tal vez Gladys Díaz, sí lo haya sido porque al llegar al exilio, ella escribió un documento feminista del MIR, razonable para esa época. Hubo también dos brasileras feministas, ambas sociólogas y profesoras universitarias, Vania Bambirra, del PS, y Evelyn Page, del MIR, que escribían y hablaban sobre los derechos de las mujeres y sobre la mujer. Algunas mujeres del MUI de Concepción, con nuestro apoyo, lucharon por conseguir el derecho a aborto seguro, legal y electivo de las estudiantes.

¿Desde la UP, qué medios de comunicación dirigidos a las mujeres había?
Había la revista “Paula”, que yo consideraba muy mediocre, pero lo peor es que era cualquier cosa, menos feminista. En ella trabajaba una periodista desconocida entonces,  Isabel Allende -no la hija del presidente, sino la escritora actual-. Yo no le veía ninguna conciencia feminista a ella en sus escritos, aunque he observado que años después declaró que era feminista ya desde entonces... Bueno, es que la UP era un gobierno de centro izquierda, que llegó al gobierno –nunca al poder- con 40 medidas progresistas, que no constituían un programa socialista realmente, al decir de Paul Sweezy. Tampoco lo era en materia de derechos sexuales y reproductivos. Pero la Editorial del Estado, Quimantú saco un interesante librito que solo encontré en un biblioteca  de la Universidad de Londres cuando trabajaba en mi tesis doctoral, ya en el exilio, acerca de la situación general de las chilenas. Contiene un resumen de las muertes por violencia de género de las mujeres, que creo que decía que eran más o menos 400 al año.

50 AÑOS, SOCIALISTA y FEMINISTA
Marta en 1989 fue nominada por la British Broadcasting Corporation (BBC) y el Art Council of Great Britain como “Daughter of Simone de Beauvoir” –Hija de Simone de Beauvoir- (3) por la influencia que esa fundamental filósofa existencialista y feminista, ejerciera en su vida y su trabajo. Cuando le hablo de “patriarcado”, Marta me explica: “En mi esquema conceptual no necesito usar el vocablo Patriarcado para explicarme nada. Estoy autoentrenada- dado que soy una intelectual marxista especializada en los estudios sobre las mujeres, los hombres y los géneros, a analizar a la sociedad como sostenida por relaciones sociales caracterizadas por las desigualdades. Por lo tanto, estudio a mujeres y hombres, niñas y niños, como sujetas y sujetos sociales de relaciones derivadas de su clase, raza y género, en su interrelación recíproca, y tomando en cuenta factores biológicos y culturales como la edad, la educación, la sexualidad, las ideologías políticas y las fantasías religiosas, y así siguiendo. En ese enfoque y conceptualmente hablando, ni el patriarcado ni el matriarcado me sirven mucho, por eso, no los uso”... 

En el transcurso de nuestra correspondencia comprendo por qué Marta Zabaleta, a menudo subraya la academia y lo intelectual en su vida: “Lo que más me ayudó en la vida, creo, fue el carácter perseverante que me dejó mi padre como herencia. Fui capaz de construirme una sólida carrera profesional a pesar de tantos escollos que me pusieron en el camino, mi familia de origen, mi marido, algunos colegas, principalmente hombres, también militares, policías, soplones y hasta a veces, yo misma”… Percibo que es la historia de las mujeres que luchan, en su caso, más de 50 años de lucha feminista latinoamericana, por abrirse paso en un mundo de hombres bien machos en lo más obvio y también en algo un poco más sutil, las ideas…

Marta, has escrito sobre literatura de mujeres postgolpe y has destacado que escriben muchas veces para sanarse… A veces se piensa que eso no es político…
No puedo ni creo que se debe generalizar así. En todo caso, todo lo que yo hago es político. Y no, no escribo expresamente para sanarme de ningún trauma. Pero si lo consigo, ¡mejor!... Escribo y hablo para dejar constancia histórica de fenómenos sociales relevantes que me ha tocado vivir, y de los cuales fui testiga, y muchas veces, autora y/o víctima. Hay mucha agente aquí en Europa que me considera una privilegiada por el tipo de experiencia que fui capaz de acumular debido a un cúmulo de circunstancias históricamente específicas que me tocó experimentar: el gobierno populista -y popular-  de Juan Perón y Eva Duarte, el de Allende, el de Pinochet, el de Videla, y la doble visión que me confirió la obligada vida del otro lado del Atlántico.

¿Cómo has enfrentado esta vida feminista de revoluciones, golpes, exilios…?
Yo crucé los Andes y me fui a Chile –siendo ya feminista en 1963- con la intención de hacer un recorrido similar al del Che que me llevara a ser la Che de las mujeres feministas del continente… Bueno, muchas veces he enfrentado mi vida con enorme dolor, humillación, mucha angustia y siempre con muchas necesidades materiales. Pero, más en general, sin corromperme, ni abandonar mis ideas. También he gozado siempre del enorme apoyo de personas e instituciones relacionadas a mi profesión. Y del de mi hija y mi hijo. Pero tan larga es la lista que es imposible tratar aquí de resumirla.
En más de 50 años de acción feminista militante, debo haber cometido muchos errores; dejo que los critiquen otras y otros. Todas las experiencias vividas, militancia izquierdista, militancia feminista, golpes, exilios, me han enriquecido como mujer y como intelectual, como científica y como escritora, amiga y compañera, madre y amiga. Me han revitalizado como poeta, aunque el trauma del golpe de Chile me impuso un silencio poético de más de 30 años… Creo que lo mejor que hice en mi vida fue decidir ser  madre y lo peor, fue enfatuarme a veces con hombres nuevos que existían más en mi imaginación -o ahora último en la pantalla del Internet- que en la cocina, en la oficina o en la cama, pero no me arrepiento de nada, con ellos también se goza. 

¿MICHELLE BACHELET, SÍMBOLO DE LA IGUALDAD DE LAS MUJERES?
Le pregunto abiertamente sobre la falsa idea –en mi opinión- de que la ex presidenta de Chile, Michelle Bachelet sería un símbolo de igualdad para las mujeres. Lo han sugerido algunas feministas chilenas como Diamela Eltit –importante escritora- y Teresa Valdés –analista política- en distintos momentos (4). Incluso se hizo un Encuentro Feminista en Olmué el año 2005 en el que -a todas luces- la organización quiso sacar un acuerdo feminista –que no lograron- a favor de Bachelet…

Marta reflexiona: “No sé sobre esas opiniones que mencionas que existen sobre Michelle Bachelet, pero las creería equivocadas. Yo nunca apoyé a Bachelet, una social demócrata, aunque me despierta mucha simpatía a nivel personal porque creo que debe ser una mina inteligente y chora. Pero ¡que símbolo cultural, de qué igualdad!... ¿Se piantaron?... Tal vez se creyeron el cuento de que mejorar la situación personal por ser mujer, es una forma de combatir las causas que generan su subordinación social. Y eso no me extraña: muchos movimientos sociales, muchas escuelas de pensamiento progresista, muchas mujeres y hombres de serios ideales, han caído en las mismas trampas a lo largo del Siglo 20. Otro problema es como se usan los vocablos: ¿Qué entienden por “igualdad”? Cualquiera se dice socialista o feminista, o cristiano o musulmán, judío o judía. Estas apropiaciones distorsionan el lenguaje, sus inexactitudes generan mucha confusión, y con eso ayudan a perpetuar todas las desigualdades sociales: de clase, de raza y de género, por cuanto ayudan a invisibilizar la realidad. 

¿Qué opinas del feminismo autónomo latinoamericano y caribeño?
Creo que en muchas cosas van por buen camino. Admiro en especial el de Honduras. Y en los que tal vez no sea siempre así, no es función mía mirarlas desde afuera y juzgar. Eso debe ser hecho, creo, por ustedes mismas. Porque creo que nunca hay que delegar responsabilidades en política. Ni llevarse por lo que dicen de una, ni de nosotras. Tampoco es bueno perder la perspectiva de lo poco que podemos hacer: la nuestra es una lucha muy, muy, larga y lo que podemos hacer desunidas, es muy poco.

Marta Zabaleta, en el 73, ya “hacía 10 años que tenía una vida y una familia en Chile” y sólo 30 años más tarde, en 2003 regresó “por una semana, por razones de trabajo. Gocé de la compañía de colegas, amigas, amigos y familiares”... El 5 de octubre de 1973 había sido expulsada de Chile con destino a su país de origen, Argentina, junto con 17 adultos y 19 menores de edad –una era su guagua de 9 meses-. Su repatriación fue solicitada por la presidencia argentina “por tratarse de una Científica de Primera Clase”. Esto vino luego de haber sido exonerada de su cargo de Profesora Titular de la Universidad y detenida y torturada en el campo de detención Estadio Regional de Concepción. Más tarde, con la dictadura argentina, Marta fue perseguida por la Operación Cóndor (coordinación del terrorismo de estado de Chile, Argentina y otras dictaduras del cono sur), y finalmente fue expulsada una vez más de un país latinoamericano, esta vez de Argentina “con un único destino: el Reino Unido, aproximadamente el 16 de noviembre de 1976”. Desde 1981 hasta finales de 1989, explica: “fui forzada a aceptar la discriminatoria condición de refugiada de las Naciones Unidas en el Reino Unido”, situación que, a la larga, superó pues está inserta en el mundo académico, social y político de ese país.

Nos quedan más y más preguntas para recuperar historia feminista y de mujeres activistas. La historia de las socialistas feministas, de mujeres que apostaron a las revoluciones no sólo de los hombres, si no de la humanidad completa, militantes izquierdistas que no luchaban por ninguna patria, pero sí por las mujeres y los hombres de los territorios latinoamericanos… Marta Zabaleta es historia viva, pero ante todo una compañera sobreviviente de más de una dictadura, también de la que arrebató la vida en Chile, por ejemplo a Mónica Benaroyo Pencu (5), rumana-uruguaya y a Jane Vanini (6), brasileña, latinoamericanas actuando como Marta en Chile… Marta, que no se arrepiente de nada, poeta que tras el golpe chileno estuvo en “silencio poético” por 30 años, que no se dejó vencer y retomó sus versos, y que –es maravilloso que así sea- hoy está viva para contar parte de esta historia.

Victoria Aldunate Morales, lesbofeminista autónoma, escritora, terapeuta

* La Dra. Marta R. Zabaleta vive actualmente en Londres, Inglaterra. Es economista, cientista política y poeta. Madre de Yanina Andrea Hinrichsen -“chilena creciendo en el exilio”-, y del escocés Tomás Alejo Hinrichsen Zabaleta. Pertenece al Comité Editorial de la Publicación periódica que se publica en Londres “Exiled Ink”. Es profesora Honoraria de la Facultad de Letras y Educación de la Universidad de Middlesex, Londres, Inglaterra. Entre otras acciones y elaboraciones creó y coordina la red internacional de “Mujeres y Palabras en el Mundo”, y creó y ha dirigido por casi una década el Grupo de Trabajo “Mujeres, Hombres y Géneros” del Consejo Europeo de Investigaciones Sociales sobre América Latina y El Caribe. Su vida y su trabajo además de todo lo relatado, le han merecido un lugar como científica y escritora en más de treinta publicaciones biográficas del tipo ‘Who’s Who’ de Europa y de  EEUU. También ha sido escogida en 2003 como ejemplo de una refugiada política, mujer que triunfó en Europa, y en 2005 entre una de las diez personas becadas por el Council for Assisting Refugee Academics (CARA) desde 1935, para participar de la Historia Oral de Londres por “su valiosa contribución a la cultura de la ciudad”. Su historia personal y sus opiniones sobre temas relevantes fueron grabadas para ese efecto, y permanecerán a disposición del público en el Museo de Londres a perpetuidad.

1. Luciano Cruz Aguayo (1944 – 1971). Dejó la militancia en las juventudes comunistas de manera crítica y junto a otros jóvenes, luchadores sindicales y sociales participó de la fundación del movimiento de Izquierda revolucionaria, MIR. Considerado uno de los intelectuales del movimiento, realizó cursos de formación sindical y política y charlas sobre el manifiesto comunista, también redactó una carta a Jean Paul Sastre en los años 70. Muy reconocido por el MIR. Era de familia acomodada. Hijo de un militar, pasó casi toda su vida en Concepción, sus padres vivían en una parcela a orillas del río Andalién, frente a una población de emergencia llamada J.F. Kennedy (tomado de Archivo Chile. Historia Político Social – Movimiento Popular http://www.archivochile.com/Homenajes/html/luciano_cruz.html).

2. Gladys Díaz, periodista, una de las más conocidas personalidades del MIR. Después del golpe pasó a la clandestinidad y fue detenida el 20 de febrero de 1975 en Santiago, siendo torturada en un centro de detención secreto de la DINA. Gladys Dí­az estuvo incomunicada durante 80 dí­as en el centro de torturas de Villa Grimaldi en Santiago (tomado de “El caso de la chilena Gladys Dí­az, Examen del expediente sobre la liberación de una detenida”, agosto 2008, de Dieter Maier).

3. Penny Foster y Imogen Sutton (editoras), Daughters of de Beauvoir, The Women’s Press, 1989, y el Film de la BBC del mismo título, spot BOOKMARK (1989). http://artsonfilm.wmin.ac.uk/films.php?a=view&recid=180

4. Columna “Mujer y Poder, periscopio urbano” de Diamela Eltit, La Nación (Chile), Domingo 12 de marzo de 2006. http://www.lanacion.cl/prontus_noticias/site/artic/20060311/pags/20060311175107.htm  Columna “PUNTO DE VISTA. Michelle Bachelet y las feministas” de Teresa Valdés. Mujeres Hoy. 7 de diciembre de 2005  http://www.mujereshoy.com/secciones/3485.shtml  

5. Mónica Cristina Benaroyo Pencu fue descuartizada por militares en septiembre de 1973. La decapitaron a patadas, enterrada viva hasta el cuello. Su cuerpo momificado apareció en 2008, en un recinto militar correspondiente al sitio denominado “pampa mal paso oeste” ubicado a la entrada sur de Arica (Norte de Chile). Había nacido en Rumania y crecido en Uruguay, vivió en Buenos Aires un tiempo y luego se fue a Arica a trabajar en la Alcaldía. Era militante del Partido Comunista, había estudiado Filosofía, se ganaba la vida como traductora. En septiembre del 73 salió un decreto de la Junta Militar que la expulsaba de Chile, pero era un montaje, ya había sido asesinada.

6. Jane Vanini fue rodeada por un destacamento de Infantería de Marina el año 74 al que ella opuso resistencia sola, disparando desde la casa que compartía con su compañero, el periodista y dirigente del MIR José Carrasco Tapia, pero que había sido detenido ese día por efectivos de la Armada. Jane resistió hasta que agotó sus balas y resultó herida. Los agentes del Centro de Inteligencia Regional (CIRE) la sacaron inconsciente en una camilla y se la llevaron con rumbo desconocido. Hoy se sabe que fue asesinada tres o cuatro días después. Jane era brasileña, estudió ciencias sociales en la Universidad de Sao Paulo y fue parte de Acción Liberadora Nacional (ALN). Luego del golpe de estado en Brasil fue condenada -en ausencia- a 5 años de prisión. En clandestinidad se integró al Movimiento de Liberación Popular –disidente del ALN-. En 1970 se expatrió a Uruguay, posteriormente a Argentina y Cuba, el 71 obtuvo asilo político en Chile y se incorporó al MIR. Trabajaba como secretaria en la revista Punto Final (tomado de “Luz y muerte de Jane Vanini” de Arnaldo Pérez Guerra, http://www.lainsignia.org/2008/enero/ibe_004.htm).

Marta R. Zabaleta, 2010
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